Dos sistemas cuyos elementos son de naturaleza muy diferente pueden tener una misma estructura o estructuras muy similares. Uno de los sistemas nos puede, entonces, recordar o evocar el otro. Así, una cámara fotográfica nos puede recordar al ojo humano, o el ojo nos puede recordar la cámara.
El radar nos puede servir para describir la forma como un murciélago, que prácticamente es ciego, se desplaza en la oscuridad y caza insectos en movimiento sin estrellarse contra los objetos que encuentra alrededor. También es posible que el sistema perceptivo de un murciélago nos sirva para explicar la forma como funciona un radar. Todo depende de quién es el que explica y de quién es el que intenta entender.
Así, si un oftalmólogo trata de explicar la forma cómo funciona el ojo a un fotógrafo, sin duda, comparará al ojo con una cámara fotográfica. Pero si es un fotógrafo el que intenta explicarle el funcionamiento de una cámara a un oftalmólogo utilizará el ojo como ejemplo. Algo similar puede suceder con un ingeniero y un biólogo con respecto al radar y al sistema perceptivo de un murciélago.
En estos casos decimos que establecemos relaciones de modelación entre dos sistemas. Este tipo de relación es muy utilizado por los seres humanos para entender la estructura y el funcionamiento de nuevos sistemas. Una vez seleccionado un sistema como modelo para tratar de comprender otro sistema, el cerebro intenta asimilar el nuevo sistema al otro que posee una estructura ya conocida, o intenta asimilar in sistema complejo a otro menos complejo, pero con una estructura semejante. En esta forma logramos entender el sistema complejo con la ayuda del menos complejo, o entendemos el sistema desconocido con la ayuda del conocido.